El consumo de carne forma una parte esencial de nuestra dieta desde hace millones años. La carne es una fuente esencial de proteínas con la característica de ser de “alto valor biológico”. Esto significa que contienen “todos” los llamados “aminoácidos esenciales”, que son los componentes moleculares que forman esas proteínas. Estos aminoácidos se llaman “esenciales” precisamente por su importancia en el funcionamiento del organismo y se da la circunstancia de que el organismo no los puede fabricar por los debemos ingerir con la alimentación.
Muchos vegetales también contienen proteínas pero no son de alto valor biológico y por lo tanto de las mismas características de las de la carne ya que tienen generalmente falta de de uno o varios de los aminoácidos esenciales.
Las proteínas son necesarias para el normal crecimiento y desarrollo del organismo en todas las edades pero son fundamentales en los niños y en la tercera edad así como en los deportistas ya que contribuyen a aumentar y conservar la masa muscular.
La carne contiene gran cantidad de vitaminas del grupo B como la B1 o tiamina que tiene importantes funciones en el metabolismo del cerebro y del sistema nervioso en general. Asimismo contiene vitamina B6 de gran importancia también en el sistema nervioso, en el metabolismo de los hidratos de carbono y en la producción de anticuerpos. Es fuente también de otras vitaminas como niacina, rivoflavina y vitamina B12 , fundamental esta última en el metabolismo de las proteínas y en la formación de las células de la sangre evitando con ello las anemias.
Además la carne es una fuente importante de hierro que es un componente fundamental de la sangre, que contribuye a oxigenar todas las células del cuerpo, a la formación de los glóbulos rojos y por lo tanto a prevenir y controlar también los estados de anemia. Igualmente el hierro es importante en el desarrollo cognitivo en todas las edades pero en especial en los niños.
La carne aporta zinc que contribuye al metabolismo general del organismo y a la síntesis proteica, con un importante papel en la formación y reparación de los tejidos y en el mantenimiento del cabello, la piel, las uñas y la vista. También contiene selenio que es importante para las funciones defensivas, de reproducción y de la glándula tiroides así como proteger al organismo de los radicales libres por su función antioxidante.
La carne también tiene potasio que interviene en la presión arterial y en el funcionamiento normal del sistema nervioso y fósforo que es necesario para el crecimiento y desarrollo de los huesos y dientes en niños, así como magnesio que interviene en múltiples reacciones químicas del organismo y ayuda al funcionamiento del sistema muscular, nervioso y cardiocirculatorio.
Por las fechas en las que estamos es de destacar que nos encontramos en la fase final de la llamada “montanera”, consistente en que en los últimos meses de cada año y comienzo del siguiente tiene lugar las última fase de la cría del cerdo ibérico en la que se deja pastar al cerdo libremente en la dehesa repleta de bellotas que son consumidas por cerdo y que determinan que su carne posea de manera amplia todas las características que hemos comentado a lo que hay que añadir una grasa rica en ácido oleico, que le da un componente añadido de gran valor para la salud.
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